Los objetivos y el ataúd

Todos quieren la felicidad pero muy pocos son los que se paran a pensar cómo ser más felices. Nos pasamos la vida realizando actividades por inercia. Si pudiéramos analizar todas las cosas que hacemos ¿cuáles realmente estarían contribuyendo a aumentar nuestra felicidad? ¿Cómo sabemos si algo en nuestra vida es importante para nosotros? Muy sencillo: algo es importante si nos ayuda a conseguir nuestros objetivos. Los objetivos son muy personales pero lo primero es tenerlos. Si no tenemos objetivos, no tendremos dirección y si no tenemos dirección, simplemente estaremos merodeando por el mundo, llenos de deseos esperando ver qué pasa.
No podemos querer algo y no hacer un mínimo por conseguirlo. ¿Te parece mucho invertir unos minutos al mes en definir cuáles son tus objetivos y hacerles un poco de seguimiento? Además te resultará placentero porque te hará soñar y te ayudará a evadirte de los problemas del día a día.
Cuando uno se fija objetivos aumenta enormemente las posibilidades de alcanzarlos. Es como si fuera magia, solo por tener objetivos ya aumentan las posibilidades. Te pondré un ejemplo sencillísimo para demostrarlo: Si te digo trata de aguantar la respiración el tiempo que puedas, normalmente como promedio cualquier persona aguantará unos treinta y cinco segundos. Si esa misma persona tiene el objetivo de aguantar cincuenta segundos, es posible que no alcance tanto, pero está comprobado que llegará a unos cuarenta y tres, lo cual supone un incremento superior al veintitrés por ciento. Eso no es nada despreciable, ¿te gustaría que tu sueldo o las ventas de tu empresa aumentaran en ese porcentaje? En el ejemplo anterior, la persona y los recursos eran los mismos, lo único que ha cambiado es el hecho de que en el primer caso no había objetivos y en el segundo sí los había.
En realidad no hay nada de magia en lo anterior, simplemente hay un tema de fijación y concentración, ya que solo pensamos en los cincuenta segundos. Probablemente no los alcancemos pero nos acercaremos mucho más que si no tuviéramos esa fijación mental.
Cuando tienes un objetivo marcado, automáticamente empiezas a pensar en el “cómo conseguirlo” en lugar de “¿podré conseguirlo?”, y eso activa unas energías muy potentes a tu favor. La efectividad de tener objetivos viene dada por el hecho de que nuestra mentalidad cambia. Sin darte cuenta, en tu subconsciente queda inmerso algo a lo que apuntar y tu mente empieza a enfocarse y buscar maneras de llegar al objetivo. Si además tienes fe en que lo conseguirás y lo visualizas, se aliarán contigo energías superiores que te facilitarán el proceso.
Por nuestra cabeza circulan unos setenta mil pensamientos al día. Pues bien, si tienes objetivos fijados por escrito simplemente estás poniendo en primer lugar los pensamientos relacionados con esos objetivos frente a los otros setenta mil. Eso implica una priorización máxima y por tanto mayores posibilidades de consecución que si fuera un pensamiento cualquiera dentro de los setenta mil.
Y dada la importancia del tema ¿cómo fijamos objetivos en la práctica? Mucha gente me dice que no sabe qué objetivos fijar en su vida, que le resulta muy difícil. A continuación te describo un ejercicio muy bueno que te va a ayudar a determinar qué cosas son las verdaderamente importantes en tu vida y por tanto hacia donde deben apuntar tus objetivos:
Todos hemos ido a un velatorio a despedir a un ser querido. Imagina que fuiste tú el que llegaste al final de tus días y ahora eres el que te encuentras en el ataúd donde tus seres queridos te están dando el último adiós. No lo hagas con drama, no existe drama, has tenido una vida buena y simplemente llegó el final. Pero imagina que Dios te concede dos minutos para poder oír lo que la gente que te rodea está hablando de ti. ¿Qué te gustaría oír? ¿Qué cosas te gustaría que dijera tu pareja? ¿Qué te gustaría oír de tus hijos? ¿Y de tus compañeros de trabajo? ¿Y de tus amigos? Pues bien, apunta todo ello, porque esos son tus valores, es decir lo que tú más valoras en la vida, lo que a ti te hubiera gustado lograr, todo aquello por lo cual has invertido una vida entera de esfuerzo y sacrificio. Lo bueno es que a partir de ahora, con las palabras que has escrito tendrás uno o varios lemas en tu vida hacia los que apuntar, lo cual implica ponerse objetivos en esa dirección. Si por ejemplo te hubiera gustado oír de tus hijos “fue un padre que se preocupó por nosotros” entonces deberías tener un objetivo que es “pasar tiempo con tus hijos”. Si de tus compañeros de trabajo te hubiera gustado oír “fue un profesional que siempre transmitió lo que sabía a los demás” deberías tener un objetivo que es enseñar a los que te rodean. Lo bueno es que te he llevado al futuro para que descubras qué es lo que te gustaría y ahora te traigo al presente para que tengas tiempo de dirigirte a lo que tú has decidido que es importante.
Así que haz este sencillo y eficaz ejercicio para empezar a determinar con qué te identificas. Trata también de descubrirte a ti mismo, de saber qué haces bien y qué te hace feliz. Sobre ello vuelca todos tus esfuerzos con la máxima pasión porque eso es lo que te va a hacer feliz. Es muy importante que sepas que la felicidad está en el camino, no necesariamente en el resultado final. Hay objetivos que no alcanzarás al cien por ciento. No importa, la clave está en ponerte en marcha y disfrutar el camino, Ir aprendiendo y acercarte a lo que verdaderamente te gusta te hará muy feliz.